Este blog está escrito por los estudiantes de 1º de bachillerato B, del IES Carreño Miranda. Esperamos que disfruten con nuestra filosofía.

lunes, 13 de mayo de 2013

El mundo salvaje





 Astuto, bueno, compasivo, más avanzado... estas son algunas de las muchas palabras que solemos utilizar para definir al ser humano. Nos llamamos a nosotros mismos la especie superior, ¿pero superior en qué? En hambrunas, en guerra, en violencia ... en cosas malas; en eso somos superiores, somos especialistas. Obsesionados con la fama y con la permanencia de nuestros nombres en la historia a través de los siglos, hacemos lo que sea, y esto nos lleva a edificar, a conquistar, a descubrir, a pensar... Pensar, pensar es lo que hago cuando veo esta fotografía. Su autor: el odio, el hambre, la indiferencia. Pensamos que somos superiores, y eso es precisamente lo que ha hecho que nos volvamos inferiores. Pensamos que somos inteligentes, y eso es precisamente lo que nos ha vuelto torpes e inútiles. Pensamos que somos bellos, y eso es lo que nos ha hecho artificiales, esclavos de modas y potingues. Pensamos, pensamos ... quizá deberíamos sentir más y pensar menos. Atrapados en superarnos a nosotros mismos (y superar a los demás) hemos dejado de ser animales para ser                          
 directamente máquinas, sin ni si quiera pasar por la etapa de ser personas. Suena raro y todo, personas. ¿Qué será una persona? Los romanos decían que una persona era una máscara que encerraba un alma, y que ese alma estaba compuesta por emociones y sentimientos. El otro día vimos el documental que hablaba de la vida de Genie. Debajo de esas "máscaras", no había emociones ni sentimientos, solo había codicia. Codicia de datos, cifras, teorías, para luego ponerlos en algún libro de ciencia o de pedagogía, o para comentarlos con otros colegas científicos, ¿o quién sabe? Quizá los utilizaran para algún trabajo y así ganar algún premio, con suerte ganarían más de uno. ¿Se conformarían con el Nobel, o con la fama mundial, tal vez? No, quizá esto no bastara para la sed humana. Y cada vez que miro el título, una sonrisa triste e irónica aparece en mi rostro: la niña salvaje. ¿Salvaje de qué? No, el título está mal: no es la niña salvaje. Son los padres salvajes, los científicos salvajes, EL MUNDO SALVAJE.
 ¿Qué cuáles son las características principales del ser humano? Diría "astuto, bueno, compasivo, más avanzado" y muchísimas palabras que suenen tan melodiosas y maravillosas como estas, y luego iría sonriente y triunfante a dormir, pensando "el ser humano: qué gran especie, ¡qué gran avance!" Pero me estaría mintiendo a mí misma. Así que diré, que las características (o mejor dicho, la característica) del ser humano es no aprender. Tropezar una y otra vez sobre la misma piedra, cayendo sobre un bache que cada vez se nos va haciendo más pequeño y conocido. Con esto viene la gran frase de Brugues: "el ser humano es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra". Si la verdad existe, está en esta frase.
 Y finalizo con otra imagen, totalmente distinta a la primera. Delante del bullicioso tráfico y de los grises coches, aparecen unos niños, con sus inocentes sonrisas y con sus gestos tan infantiles, totalmente ajenos a lo que parece que será una dura mañana para muchos en París. Ojalá pudiéramos captar la bondad, la tranquilidad y la paz como lo hacía Robert Doisneau en sus mágicas fotografías. Parece mentira que las dos instantáneas pertenezcan al mismo mundo.


     Rosana Fernández Rodríguez



                                                                               

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